miércoles, 23 de abril de 2014

Adaptación de un cuento

Debo aprender como futura maestra, entre otras cosas a adaptar textos a la edad de los niños.
En mi adaptación del cuento “El hombre de la piel de oso” de los hermanos Grimm, he cambiado algunos personajes como el diablo por un gnomo, y el protagonista, en este caso tiene que conseguir dinero para poder comprar la pócima que curará a su hermano. Además he suprimido algunos momentos de la historia, como el intento de suicidio y muertes, quitando también el final del Diablo al llevarse el alma de las dos hermanas.
También  les he puesto nombres, para que a los niños se les haga más fácil la identificación con ellos además de la diferenciación de cada uno.
Este cuento podría contarse a niños de entre 4 a 6 años tanto por el vocabulario como por el tema, que trata de una historia de aventuras con personajes mágicos, pócimas y animales, atrayentes para los niños de estas edades.
Esta es mi adaptación del cuento:

EL OSO DE LOS BOSQUES

Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy muy lejano, en una pequeña aldea vivía una familia. Era una familia con poco dinero, que apenas le daba para comprar la comida. Los padres se ocupaban de la casa y solo trabajaba Miguel, el mayor de los tres hermanitos.
Un día, Miguel, cuando regresó a su casa después de trabajar, recibió una mala noticia, se había puesto enfermo su hermano mediano y no tenían el dinero suficiente para comprar la pócima que le curaría. Entonces Miguel decidió ir al pueblo a buscar otro trabajo para así ganar más dinero y poder comprar la pócima y no regresaría hasta haberla conseguido.
Antes de salir de su casa sin nada, su hermano mediano al despedirse de él, le entregó su amuleto de la suerte, un colgante con una foto de toda la familia, para que se acordase de ellos.

Después de un largo viaje, Miguel decidió pararse a descansar. Encontró un árbol que estaba cortado en el que podía sentarse y justo cuando estaba a punto de hacerlo, apareció un gnomo que le dijo:
- ¡Eh, ni se te ocurra sentarte aquí muchacho, que esta es mi casa!

Miguel, asombrado de lo que estaba viendo no dijo ni una palabra.

Soy el gnomo Romo, y aprovechando que te ibas a sentar en mi casa, te voy a proponer un trato.

Miguel asintió y continuó escuchando al gnomo atentamente.
- Verás muchacho, hay un oso que no para de venir a mi casa, este árbol, y la última vez que pasó se llevó a mi mascota, mi conejo Silver. Lo que tienes que hacer es encontrar al oso que se lo llevó y traerme de vuelta a Silver sano y salvo. Para ello, quiero que te pongas estos colmillos de oso en la boca y estas pieles por tu cuerpo y lo asustes para que se vaya de este bosque y no vuelva por aquí jamás.

- ¿Y que recibo yo a cambio si lo consigo?, dijo Miguel.

- Mmm…- se quedó pensando el gnomo Romo. - Te daré algo por casa cosa que consigas. Así que si consigues traerme a Silver y asustas al oso tanto que no volverá nunca, podrás pedirme dos cosas a cambio. Y si no lo consigues te quedarás con esos colmillos en tu boca y esas pieles por tu cuerpo. 

Miguel dispuesto a hacer lo que le pedía el gnomo, aceptó sin pensárselo dos veces.
Antes de que Miguel se marchase, el gnomo Romo le dijo:
- Para que Silver te haga caso, cuando lo encuentres, lo que tienes que hacer es llamarle con un silbido y el irá a ti, si no, no te hará caso. Tendrás que volver a este mismo lugar pero esta vez, en lugar de sentarte en mi casa dirás: ¡SAMINI SAMA KABUL! y yo apareceré rápidamente.

Ese mismo día, Miguel ya vestido como le había dicho el gnomo Romo inició el viaje en busca de aquel oso. Pasaban los días, y no había rastro ni del oso ni Silver y Miguel cada día estaba más sucio. Cuando pasaba por al lado de la gente se asustaba por los colmillos y lo echaban de todos los sitios.
En una esquina había una chica, sentada en el suelo, y al pasar Miguel, en vez de asustarse le habló para pedirle dinero. Miguel sorprendido al ver que la chica no se asustaba se paró y empezaron a hablar. 
Tenían historias muy parecidas. Ella tenía a su madre enferma y también estaba consiguiendo dinero para comprar la pócima y poderla curar.
Miguel que era un chico generoso y le gustaba ayudar a la gente, le prometió que la ayudaría a conseguir la pócima. Miguel tenía que continuar con su aventura, así que, antes de marcharse le dio su colgante para que ella, la próxima vez que le viera, pudiera reconocerle y la dijo que la buscaría cuando consiguiese la pócima. 

Después de un largo tiempo metiéndose en todas las cuevas que veía, logró encontrar la cueva en la que vivía el oso y que además tenía a Silver. Miguel se puso en la misma posición que el oso y pelearon hasta que consiguió vencerle y asustarle tanto que vio como el oso desaparecía del bosque.
Silver se quedó quieto en una esquinita de la cueva, hasta que Miguel le silbó y entonces corrió hacia él. Juntos volvieron al mismo sitio donde había encontrado al gnomo Romo, dijo las palabras mágicas y el gnomo Romo apareció.
El gnomo Romo saltó de alegría al ver que Silver estaba bien y al saber que el oso se había ido para siempre, así que como prometió le concedió dos deseos. 
Uno de ellos fue que le devolviera el aspecto que tenía antes y el otro que le diera el dinero suficiente para que pudiera comprar las dos pócimas que curarían a su hermano y a la madre de la chica.
Habían pasado meses desde que Miguel se encontró con aquella chica en la esquinita de aquel pueblo. Antes de volver a casa, fue a buscarla, y allí la encontró, en el mismo sitio. Se acercó a la chica, pero ella no le reconoció hasta que Miguel la dijo que mirase un colgante que un chico le había dado hace un tiempo. Al verlo, le reconoció y Miguel la entregó una de las pócimas que había comprado para que pudiera curar a su madre.
La chica se lanzó a los brazos de Miguel para abrazarle de la alegría que sentía al saber que su madre se iba a curar y que ya no tendría que pedir más dinero en la calle. Los dos se despidieron y quedaron en volver a verse muy pronto.
Miguel volvió a casa lo más rápido que pudo. Cuando llamó a la puerta, se pusieron todos muy contentos de verle porque sabían que había conseguido la pócima para curar a su hermano.


Y colorín colorado este cuento se ha terminado. 

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