Debo
aprender como futura maestra, entre otras cosas a adaptar textos a la edad de
los niños.
En
mi adaptación del cuento “El hombre
de la piel de oso” de los hermanos Grimm, he cambiado algunos personajes como el diablo por un
gnomo, y el protagonista, en este
caso tiene que conseguir dinero para poder comprar la pócima que curará a su
hermano. Además he suprimido algunos momentos de la historia, como el
intento de suicidio y muertes, quitando también el final del Diablo al llevarse
el alma de las dos hermanas.
También les he puesto nombres, para que a los niños se les haga más fácil la identificación con ellos además de la diferenciación de cada uno.
También les he puesto nombres, para que a los niños se les haga más fácil la identificación con ellos además de la diferenciación de cada uno.
Este
cuento podría contarse a niños de entre 4 a 6 años tanto por el vocabulario
como por el tema, que trata de una historia de aventuras con personajes
mágicos, pócimas y animales, atrayentes para los niños de estas edades.
Esta es mi
adaptación del cuento:
EL OSO DE LOS BOSQUES
Érase una
vez, hace mucho tiempo, en un país muy muy lejano, en una pequeña aldea vivía
una familia. Era una familia con poco dinero, que apenas le daba para comprar
la comida. Los padres se ocupaban de la casa y solo trabajaba Miguel, el mayor
de los tres hermanitos.
Un día, Miguel,
cuando regresó a su casa después de trabajar, recibió una mala noticia, se
había puesto enfermo su hermano mediano y no tenían el dinero suficiente para
comprar la pócima que le curaría. Entonces Miguel decidió ir al pueblo a buscar
otro trabajo para así ganar más dinero y poder comprar la pócima y no
regresaría hasta haberla conseguido.
Antes de
salir de su casa sin nada, su hermano mediano al despedirse de él, le entregó
su amuleto de la suerte, un colgante con una foto de toda la familia, para que
se acordase de ellos.
Después de
un largo viaje, Miguel decidió pararse a descansar. Encontró un árbol que
estaba cortado en el que podía sentarse y justo cuando estaba a punto de
hacerlo, apareció un gnomo que le dijo:
- ¡Eh, ni se
te ocurra sentarte aquí muchacho, que esta es mi casa!
Miguel,
asombrado de lo que estaba viendo no dijo ni una palabra.
- Soy el gnomo
Romo, y aprovechando que te ibas a sentar en mi casa, te voy a proponer un
trato.
Miguel
asintió y continuó escuchando al gnomo atentamente.
- Verás
muchacho, hay un oso que no para de venir a mi casa, este árbol, y la última
vez que pasó se llevó a mi mascota, mi conejo Silver. Lo que tienes que hacer es
encontrar al oso que se lo llevó y traerme de vuelta a Silver sano y salvo.
Para ello, quiero que te pongas estos colmillos de oso en la boca y estas
pieles por tu cuerpo y lo asustes para que se vaya de este bosque y no vuelva
por aquí jamás.
- ¿Y que
recibo yo a cambio si lo consigo?, dijo Miguel.
- Mmm…- se
quedó pensando el gnomo Romo. - Te daré algo por casa cosa que consigas. Así
que si consigues traerme a Silver y asustas al oso tanto que no volverá nunca,
podrás pedirme dos cosas a cambio. Y si no lo consigues te quedarás con esos
colmillos en tu boca y esas pieles por tu cuerpo.
Miguel dispuesto a hacer lo que le pedía el gnomo,
aceptó sin pensárselo dos veces.
Antes de que Miguel se marchase, el gnomo Romo le
dijo:
- Para que
Silver te haga caso, cuando lo encuentres, lo que tienes que hacer es llamarle
con un silbido y el irá a ti, si no, no te hará caso. Tendrás que volver a este
mismo lugar pero esta vez, en lugar de sentarte en mi casa dirás: ¡SAMINI SAMA KABUL! y yo apareceré rápidamente.
Ese mismo
día, Miguel ya vestido como le había dicho el gnomo Romo inició el viaje en
busca de aquel oso. Pasaban los días, y no había rastro ni del oso ni Silver y
Miguel cada día estaba más sucio. Cuando pasaba por al lado de la gente se
asustaba por los colmillos y lo echaban de todos los sitios.
En una esquina
había una chica, sentada en el suelo, y al pasar Miguel, en vez de asustarse le
habló para pedirle dinero. Miguel sorprendido al ver que la chica no se
asustaba se paró y empezaron a hablar.
Tenían
historias muy parecidas. Ella tenía a su madre enferma y también estaba
consiguiendo dinero para comprar la pócima y poderla curar.
Miguel que era un chico generoso y le gustaba
ayudar a la gente, le prometió que la ayudaría a conseguir la pócima. Miguel
tenía que continuar con su aventura, así que, antes de marcharse le dio su
colgante para que ella, la próxima vez que le viera, pudiera reconocerle y la
dijo que la buscaría cuando consiguiese la pócima.
Después de
un largo tiempo metiéndose en todas las cuevas que veía, logró encontrar la
cueva en la que vivía el oso y que además tenía a Silver. Miguel se puso en la
misma posición que el oso y pelearon hasta que consiguió vencerle y asustarle
tanto que vio como el oso desaparecía del bosque.
Silver se
quedó quieto en una esquinita de la cueva, hasta que Miguel le silbó y entonces
corrió hacia él. Juntos volvieron al mismo sitio donde había encontrado al
gnomo Romo, dijo las palabras mágicas y el gnomo Romo apareció.
El gnomo
Romo saltó de alegría al ver que Silver estaba bien y al saber que el oso se
había ido para siempre, así que como prometió le concedió dos deseos.
Uno de ellos fue que le devolviera el aspecto que
tenía antes y el otro que le diera el dinero suficiente para que pudiera
comprar las dos pócimas que curarían a su hermano y a la madre de la chica.
Habían pasado meses desde que Miguel se encontró con
aquella chica en la esquinita de aquel pueblo. Antes de volver a casa, fue a
buscarla, y allí la encontró, en el mismo sitio. Se acercó a la chica, pero
ella no le reconoció hasta que Miguel la dijo que mirase un colgante que un
chico le había dado hace un tiempo. Al verlo, le reconoció y Miguel la entregó
una de las pócimas que había comprado para que pudiera curar a su madre.
La chica se lanzó a los brazos de Miguel para
abrazarle de la alegría que sentía al saber que su madre se iba a curar y que
ya no tendría que pedir más dinero en la calle. Los dos se despidieron y
quedaron en volver a verse muy pronto.
Miguel volvió a casa lo más rápido que pudo. Cuando
llamó a la puerta, se pusieron todos muy contentos de verle porque sabían que
había conseguido la pócima para curar a su hermano.
Y colorín colorado este cuento se ha terminado.
Ahora está perfecto.
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